miércoles, 31 de marzo de 2010

URBI ET ORBI


A ti que eres creación de la deidad de Baco, a ti que de mi ser naciste para que lo consciente se manifestara a ultranza de todo lo previsible, os tengo que decir que como si se eternizara a través de los siglos más remotos, sigue moribunda y lacónica en mis oídos la misma cantinela, disertando entre los demagogos que prometen la apertura de los proscritos, frente a las instancias hieráticas que clausuran la verdad y hace que la veleidad sea norma de conducta moral en tan socorrida letanía.

¿Dé cuantos atenuantes deberéis arroparos en la morada de la reminiscencia?, constantemente perdurando en el innato equilibrio de lo remiso para que la legitimidad permanezca intacta. Pasarán ineluctables los instigadores para que no os defendáis, que nada cambiará nunca.
¿Dé cuantos inmoladores hará falta en esta diáspora que ya anuncian terrible las campanas, con cuanta mesura debemos tratar a los preclaros que ostentan todas las patrias, de cuantas partes se puede ser y no pertenecer a ninguna, -me pregunto-, de cuantos extravíos en lo liviano de la geografía hacen los pueblos potestad?, preconicémosle entonces porque llenos de estigmas nos enfrentaremos a la soledad del excombatiente, algunos juzgarán nuestro valor o nuestra suerte en la contienda por el número de heridas, por la sordidez de las cicatrices, pero al menos podremos retener por menos tiempo a ese dolor subyugado.
Llegado ese momento del reencuentro, considerarán del todo veniales nuestros excesos.
Largo es el viaje, partid cuanto antes y si decís el lugar de donde venís, tened por seguro que nadie lo habrá oído antes. Ahora será necesario aunar voluntades en una misma dirección, convocar a ese águila incontestable para que se eleve por encima del hombre y sus conocimientos, y permita que trascienda aún en sus dudas, salvaguardando por el bien de todos esta elipse no agraviada.

Los campos de trigo, el cardo de la cuneta y la hierba que pisó mi caballo, se preguntarán sorprendidos como ni los buitres fueron avisados de mi partida, se arremolinarán desconcertados y recordarán mi última petición, que me lleve el aire, quiero ser el viento que conmueva a tan tórrida sepultura, no estéis tristes entonces y cuando llegue la marea en las tardes de verano, abrid todas las puertas, seré yo que vengo a recoger mi equipaje.


No soy ningún profano, yo se bien que cuando las noches son largas y
estridentes, las promesas se propagan como el cólera, -¿Quién velará por mi débil existencia-?, de vosotros que negasteis todos mis cumpleaños, ya no puedo esperar nada, quiero que sepáis que hace veintitrés años tuve veintitrés años, y ahora me vienen a incomodar los primeros al aparecer el pincel que se creía inexistente, renace infrautilizado en la mano yerma de tonos prematuros, trepa la luna de lienzo en lienzo buscando la posteridad en la acuarela que trajinamos, pero el pintor se muere como se muere el pescador de estrellas fugaces.

Y de la nostalgia de una realidad perdida, al par que del anhelo y la necesidad de hacerse un mundo, se desprende algo que es como una medida, ese algo incorruptible que hay en el fondo de cada uno y que jamás puede ser engañado; lo que nos avisa de lo monstruoso de la realidad que nos rodea y más aún de la construida por el hombre mismo, lo que se queja y se rebela. Este fondo insobornable de todo hombre, por plagada de errores que esté su vida, es lo que no puede jamás acallarse y protesta de toda iniquidad. Un fondo de pureza que rebosa en felicidad cuando encuentra algo adecuado y semejante, y que es, al par, la medida no engendrada, por cuya exigencia no podemos detenernos en parte alguna. La exigencia por la cual el hombre, sumergido en la historia, es capaz de disentir de ella y de apetecer salir de ella, como apeteció salir de la naturaleza.
Todas las creencias y tambien las ideas, que se refieren al orden del mundo, la figura de la realidad, estan sostenidas por la esperanza. El hombre, que es al mismo tiempo algo fallido y solitario, necesita una realidad entera donde vivir. Por eso edifica una objetividad. Objetividad que es la estabilidad vigente, el orden que a todos llega y cobija, que todo lo ordena y aquieta.
La esperanza se dirige también al tiempo, en el que transcurre nuestra vida, pues este tiempo recobrado sería nuestra cumplida unidad. Mas también aquí hay el deshacer y el renacer; el desprenderse del tiempo y el querer recogerlo todo entero. La esperanza que quiere borrar el tiempo y la que se vuelve angustia de recogerlo en su dispersión de instantes idos uno a uno.
Esperanza del pasado, esperanza que se fija en el recuerdo para alimentarse ávida de recobrarlo todo. Y es que en la esperanza está, sin duda, todo lo que nos lleva a dirigirnos hacia una totalidad, sea del tiempo, del mísero tiempo de nuestra vida, sea de la hermosa totalidad del mundo, de la universalidad del universo.


Por todo esto que digo:
Pretended el temporal más despiadado porque si lográis someterlo, habréis doblegado al incordio que suscita escrupulosamente al arribismo en vuestros corazones anárquicos, sólo así llegaréis ha saber que la misión más importante, (nadar entre tiburones), se concluyó con éxito, izad pues la bandera más tolerante y cantad todos unidos, sabido es que esto calma a las fieras.
Siempre será idéntico este devenir de los acontecimientos, por tanto será indispensable levad anclas sin temor a la soledad del puerto, dejad a los cínicos cortejad a la cellisca, vosotros sortead serenos los arrecifes sin miedo a la tormenta, con la vista impoluta en el azul de lo inmenso, porque inmensa es la suerte de quien llega ha merecer la atalaya con tan difícil moratoria.



POLÍTICA

Me acerqué y ya no estaba,
el fanal trepó a un orden superlativo
para apagarse al desmán de la rosa,
sacó inverosímil palabras casi mágicas
de una jerga que entendí superada,
y no supe decir que no al comprender su universo.











jueves, 25 de marzo de 2010

PASEN Y VEAN


He asistido recientemente a la audición de un acto que me atrevo a definir como tragi-cómico, al más puro sentir literario de nuestro siglo de oro.
Nuestros representantes políticos han adquirido un tal nivel cosmopolita que defienden causas honorables de gran valía para la humanidad, olvidándose por completo de las cuestiones domesticas y negando por consenso la realidad local y cercana que nos urge a todos, sin reparar que son los elegidos para tales menesteres amen de postulados dignos de salvaguarda.

El vacío, el vacío salvador, ha de estar dado por una velocidad máxima, por una máxima vibración de esa última realidad que se ha nombrado como “sesión circense”, y supeditadamente del “alma plenaria”.
Su acción hace, crea el vacío, que puede ser llamado “nada”, la nada corporativa-municipal, tan sospechosa para los adoradores de la pieza teatral, no para sus simples creyentes, ni menos todavía para sus aceptantes.

La oposición es la compañía que todo gobierno necesita. Ningún gobierno va solo -eso es una abstracción-, va acompañada de la oposición, sin la cual no podría existir. Quizá el mutismo de la oposición se deba, casi siempre a la falta de oposición; o bien a que la oposición así llamada no tiene oposición, está sola, muda, participa del espectáculo, y sin embargo lo que necesita es un dueño, su amo, este otro que acompaña a la oposición es la ausencia de un dueño perdido.
Cuando en la tradición no desaparecida de la sabiduría o saber de experiencia el que sabe pregunta la cuestión, el enigma puede hasta tomar la forma de un modesto acertijo al que no sabe, “borracho yo, borracho tú”, queda sentenciado en el órgano representativo y estupefacto del pueblo.

Tenemos los políticos locales que practican la más surrealista de las políticas, solventando de forma indiscriminada la alternancia en el poder de manera ejemplar y siguiendo los principios de conveniencia paritaria.
Los ciudadanos preocupados por problemas reales, por realidades que le atañen directamente a sus vidas como el desempleo, la vivienda, la educación o la cultura, asistimos al bochorno tardío de que es otro muy distinto el debate por el que se decantan nuestros acólitos, inmersos en sus miserias personales y particular enjundia, en sus débitos con la justicia o en sus grados de alcohol en sangre.

El desempleo en nuestro pueblo es inaceptable y si bien son otros los agentes de los que depende su solución, poco hacen nuestros representados para atajarlo desde su ámbito y competencias, la vivienda con graves problemas de desarrollo y finalización, empresas públicas que desaparecen por una mala gestión dejando a sus trabajadores con la mayor de las incertidumbres, la juventud sujeta a la inventiva de unos intereses nefastos, defraudada por un sinfín de promesas incumplidas, la cultura un páramo lamentable y usada como moneda de cambio, resoluciones de dudosa praxis al menos moral que no son sometidas a pleno, todas estas cuestiones no son razones suficientes para dar sentido a un debate serio, por el contrario recurren a los fuegos de artificio para sin pudor ni escrúpulos, traicionar nuestra condición de ciudadanos decentemente representados.

P.D

… Y cada cuatro años el sufragio.