jueves, 30 de diciembre de 2010

EJECUTIVA LUZ QUE AL PUNTO CIEGA


Yo me arremolinaba con la luz
en el despojo de tu resplandor,
y no sabía duplicar la flor
blanca de tu desnudo de altramuz.

Vampirizado por el día
porque diurno es el amor
quiero vivir del resplandor
con que la noche así te ansía.

P. Gimferrer

sábado, 18 de diciembre de 2010

MEDIO PAN Y UN LIBRO


"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?.

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoievski, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.

viernes, 29 de octubre de 2010

METÁFORA DE TODOS LOS OLVIDOS



Lloveré sobre tu planta dimitida,
seré oreo que prodiga la mazorca,
la hábil enredadera sometida,
el perdón al ajusticiado en la horca.

Luis Sánchez



La voz garante que nos llama cuando rozamos el precipicio y estamos a punto de caer. El misterio que envuelve todo lo que nos salva del abismo. La luz que nos cuida cuando es noche cerrada en las profundidades del entorno más hostil. Siempre están hay con otras caras, con otro nombre que ignoramos para que no se esfumen como humo anunciador de catástrofe sujetada con imperdible.

La ciudad duerme, se cubre de luces que desentonan y parece que caminara bajo un manto de espesura, conspira con un duende adusto para que desmayada, consiga un revoleteo de pájaros que delaten la penumbra. Los colores se bifurcan en la avenida aún caliente, perdura un aroma a chicharrón que delira, en el aire una señal queda desafiante, y el proxeneta regresa para ser el panadero de moral intachable. Anuncios que incitan al pecado, perros que ladran entre contenedores su suerte capada, y una maquinucha intenta limpiar sin conseguirlo el desastre que genera la biocenosis. Una ambulancia encolerizada procura tiempo, serpentea por la lluvia y el aceite de los cárters con dos vidas, la que llegará en cuanto escampe, la que se irá callada y solemne. Mientras los sueños más dispares cruzan veloces el paisaje que sudado se queda siempre en la almohada. Mi pueblo duerme, mi calle se despereza, mi gente descansa, y un viento liviano arrastra una bolsa de caramelos.

Enfundo la ira y regreso a casa, el autobús me deja cerca de mi hogar, es Noviembre el mes de todos los santos, llovizna un triste aguacero. Con cuanta lentitud por el camino de mi infancia me encamino a mi querida casa, recreándome en el paisaje tanto tiempo ausente, gozando de cada paso, respirando el aire de la madrugada, -siempre pensé que el retorno a mi casa sería así-, con las primeras luces del alba, como nacer de nuevo después de morir en otro sitio. La tarde para partir, para decir adiós, la madrugada; para gritar buenos días, estoy ileso y debemos celebrarlo.

Es verdad que la decisión más importante a tomar no depende de nosotros mismos, por el contrario sólo es un instante que pasa y no vuelve, pero mientras eso ocurre se desentumecen gigantes que hasta entonces estaban dormidos, no podemos enfrentarnos a ellos porque nuestro mundo ya es otro por muy reciente y doloroso que sean los que nos han conformado en este lugar, rincones inaccesibles para un retorno que no es posible desde lo lejano en la aceptación y la resistencia que mostramos como condiciones últimas de nuestras vidas.


No nos esta permitido volver y resarcir todo lo reparable, si así fuera nos equivocaríamos tantas veces como regresos terapéuticos nos preparara ese milagro que no se da nunca al menos desde la distancia que marca otros registros para que la nostalgia sea una consecuencia fruto de la invención engendrada desde la irracional catarsis conspiradora, por lo tanto seguimos a este lado libres de venganzas más allá del prodigioso resorte que a veces nos sorprende dejándonos como piedra fosilizada, inerte, por un signo tal vez que nos hace recordar aquello que ya no nos pertenece, no nos reconocemos más allá de esta alambrada, de este día que es el único que tenemos.

La edad, la familia, hasta el nombre, es algo que no escogimos y será lo primero que utilicemos como lastre en la hora de la fatalidad, a lo último que recurriremos para corroborar los intentos de manifestarnos en pro de una salida digna. Cuanto más estiremos la memoria, mas cercanos al dolor estaremos, sin embargo lo de ayer se nos muestra tangible porque todavía se puede renunciar a él, desdeñarlo sin temor ha ser cómplices de su recelo tan insólito, encontramos al niño y no nos reconocemos en el hombre, necesitamos la distancia para perdonar sin que ya hagan falta las palabras, con sólo desearlo es suficiente y todos se darán por indemnizados, sin que ningún gesto nos delate.

Las fechas, las caras, y hasta lo descreído nos perseguirá siempre hasta el final de nuestros días por si fuera preciso levantar acta y así poder reconocerse, postularse de que en un tiempo fueron números, personas, ideas, defendidas de otras seguramente ya cansadas de litigar inútilmente. Lo que nos precedió y mas aún si fueron capítulos susceptibles de mejora escolástica indagarán lo que quieran, pero no hallarán nada que les sirva para aminorar su ya irremediable condición de retrospectiva, su inefable menoscabo en un tiempo que todo lo retrae al ámbito inexpugnable de la inmediatez, testaruda alquimia que nos protege de lo que fuimos, nos salva de lo que somos.

Aquí pervive la alameda aterradora en los años más tiernos, el vallado de tunas con sus higos derramados de azúcar en sus más íntimas entrañas, la vertical exasperación de los olivos tergiversando toda exactitud acrisolada, la sangre que huele todavía en el asfalto ardiendo en la desmemoria itinerante, todos están aquí, no se han ido, ni han venido de un remoto calidoscopio, si otros no lo encuentran es porque no saben amarlos, y aquello que prometen solo son serpentinas que el viento desplaza a su antojo, como las ondas hertzianas que se afanan en confirmarse sin conseguirlo en cuanto aparece esta realidad incontestable, puesta en evidencia si, pero verdad mas allá de las sombras gestadas para la revalida de un mañana empeñado en ser el de todos.


Poner a buen recaudo todas las consignas, todas las claves que nos abrirán las puertas necesarias para indagar tras la esperanza agazapada en el retrato que con el paso del tiempo amarillea en su plenitud exonerada, se hace vital cuando el olvido es de naturaleza consciente, intentamos borrar de nuestra memoria aquello que nos duele o aquello que dejamos perder a sabiendas de que prevaricábamos, en todos los olvidos conscientes, están los olvidados inconsiguientes, ejercitándose a diario en un acto de fe, en una conversión pungente más allá de sentimientos filiales y el estrabismo.
Ponemos en cuarentena todo lo malo que nos afecta, con el valor del que esta convencido de que es transitorio, una cuestión de prioridades tan sólo en la equidad que juramos se aplica siempre, existe un olvido mayor, el olvido que olvida los olvidos, entonces la perplejidad se hace imperante. La perplejidad se produce cuando el conocimiento es tal que deja margen al riesgo, cuando al elegir tenemos que arriesgarnos, mas hay quienes se arriesgan sin perplejidad o con perplejidad rápidamente vencida, el perplejo es una criatura que tiene un ancho campo para elegir y hasta cierto punto una situación privilegiada, el acuciado por la necesidad no anda perplejo, es una situación que supone cierto lujo, lujo de alternativas, lo cual supone una sociedad madura, y un individuo que tiene libertad para transitar por ella.
En el ignominioso hecho del olvido, como en tantas ignominias humanas, se muestra, en su sombrío horror, alguna condición esencial de nuestra vida.
La vida en su espontaneidad resulta monstruosa; pero, sería sumamente revelador el ir examinando estas ignominias, encontraríamos en su fondo una realidad indestructible y necesaria de conocer, como todas las de esta clase, para ser llevada a su medida, a su justicia.

Todo lo que hacemos lo hacemos para que nos quieran, estamos aquí para que nos quieran, todos nuestros actos van encaminados a que nos quieran, pero el amor no tiene nada que ver con la justicia, a veces pensamos que hasta en el olvido se encuentra un acto de amor más desinteresado que el de la probidad, el anhelo que nos hace seguir perseverando en el camino exacto donde las dos partes se encuentren, cuando esto ocurra habremos llegado por fin ha entender lo que de calibrado, tienen los olvidos.
Pasará todo como un río que se sabe provisorio, pasará el amor, la soledad, la vida toda, y ya sólo seremos un olvido más en el común relé de los mortales.

OLVIDO
Más viejo que el dolor,
más enfermo que un llanto sin consuelo,
más perdido que los años infértiles,
desposeído de alianza y costumbre,
desconocido hasta por el padre que palidece,
de este modo vienes,
lánguido y deforme el semblante austral
por donde se entrevé una lagrima frustrada.
La casa ignorando tu presencia invasora, descubre
atónita una barba engreñada de tres lustros, el perfil
de un fantasma que a tientas procura ubicarse,
los árboles crecidos,
el camino encharcado,
el jardín con sus inquilinos impodados
trepa en la altura un desorden progenie,
de época desahogada y naderías,
… y un perro anacrónico no reconoce a su dueño.






































miércoles, 6 de octubre de 2010

DESPUÉS DEL PLENO


Van ciegos los políticos al destino,
como va mi pueblo hacia el confín
en que la línea pierde su camino
y es, más que trazo, idea, y vive sin

asideros al aire: serpentino,
enlazado estallido en polvorín,
como el joven Cuerveño vio cuando vino
al pueblo de los despropósitos-delfín.

Al pueblo de los despropósitos iremos,
en su estallido nos despertaremos,
su reverberación nos dará vida:

lo blanco de su piel estremecida,
su balsa de Medusa ya sin remos,
nuestro ser dará a una línea encendida,
la bóveda sin luz en que nos vemos.

viernes, 3 de septiembre de 2010

PASADA LA ESTACIÓN


Vengo con este sol, subido
por los puentes, sin alianzas
de turbio fluir evanescente,
para morir en tu acera cómplice.

Vengo con esta lluvia, huido
del lodo que te encumbra, sin tersura
de saberte amasco que desvaría,
para morir en tu camino de insomnio.

Vengo con este viento, metido
en el espeso celaje, con retraso
espasmódicamente definitorio,
para morir en tu frontera lacerante.

Vengo para quedarme, execrable
por tu perdón, sin prebendas
del pájaro fulminado,
para morir en tus alas inagotables.

Vengo con esta esperanza, confiado
en tus brazos, que se abran
a su hijo defenestrado,
para morir de tu invierno categórico.

sábado, 15 de mayo de 2010

TRISTE LA JUSTICIA DE LOS HOMBRES




De que breve abrazo se ha ido el tiempo,
de que hora llena de vacío,
de nada prolongándose hasta fenecer.
Triste y golpeada la vida
atiborrada de amuletos inútiles,
un agostado insalvable
de penuria acuciada,
en el secreto desvelado.
No sabré de mi muerte
pues la tardanza en el indulto,
como envejecido el páramo
será un atranco en el instante aquel…
que agonizaba.

Cuando ese día llegue pronto
que no lloren por mí los sembrados,
de mi aliento estarán plantados,
los cadáveres que hoy remonto.

miércoles, 31 de marzo de 2010

URBI ET ORBI


A ti que eres creación de la deidad de Baco, a ti que de mi ser naciste para que lo consciente se manifestara a ultranza de todo lo previsible, os tengo que decir que como si se eternizara a través de los siglos más remotos, sigue moribunda y lacónica en mis oídos la misma cantinela, disertando entre los demagogos que prometen la apertura de los proscritos, frente a las instancias hieráticas que clausuran la verdad y hace que la veleidad sea norma de conducta moral en tan socorrida letanía.

¿Dé cuantos atenuantes deberéis arroparos en la morada de la reminiscencia?, constantemente perdurando en el innato equilibrio de lo remiso para que la legitimidad permanezca intacta. Pasarán ineluctables los instigadores para que no os defendáis, que nada cambiará nunca.
¿Dé cuantos inmoladores hará falta en esta diáspora que ya anuncian terrible las campanas, con cuanta mesura debemos tratar a los preclaros que ostentan todas las patrias, de cuantas partes se puede ser y no pertenecer a ninguna, -me pregunto-, de cuantos extravíos en lo liviano de la geografía hacen los pueblos potestad?, preconicémosle entonces porque llenos de estigmas nos enfrentaremos a la soledad del excombatiente, algunos juzgarán nuestro valor o nuestra suerte en la contienda por el número de heridas, por la sordidez de las cicatrices, pero al menos podremos retener por menos tiempo a ese dolor subyugado.
Llegado ese momento del reencuentro, considerarán del todo veniales nuestros excesos.
Largo es el viaje, partid cuanto antes y si decís el lugar de donde venís, tened por seguro que nadie lo habrá oído antes. Ahora será necesario aunar voluntades en una misma dirección, convocar a ese águila incontestable para que se eleve por encima del hombre y sus conocimientos, y permita que trascienda aún en sus dudas, salvaguardando por el bien de todos esta elipse no agraviada.

Los campos de trigo, el cardo de la cuneta y la hierba que pisó mi caballo, se preguntarán sorprendidos como ni los buitres fueron avisados de mi partida, se arremolinarán desconcertados y recordarán mi última petición, que me lleve el aire, quiero ser el viento que conmueva a tan tórrida sepultura, no estéis tristes entonces y cuando llegue la marea en las tardes de verano, abrid todas las puertas, seré yo que vengo a recoger mi equipaje.


No soy ningún profano, yo se bien que cuando las noches son largas y
estridentes, las promesas se propagan como el cólera, -¿Quién velará por mi débil existencia-?, de vosotros que negasteis todos mis cumpleaños, ya no puedo esperar nada, quiero que sepáis que hace veintitrés años tuve veintitrés años, y ahora me vienen a incomodar los primeros al aparecer el pincel que se creía inexistente, renace infrautilizado en la mano yerma de tonos prematuros, trepa la luna de lienzo en lienzo buscando la posteridad en la acuarela que trajinamos, pero el pintor se muere como se muere el pescador de estrellas fugaces.

Y de la nostalgia de una realidad perdida, al par que del anhelo y la necesidad de hacerse un mundo, se desprende algo que es como una medida, ese algo incorruptible que hay en el fondo de cada uno y que jamás puede ser engañado; lo que nos avisa de lo monstruoso de la realidad que nos rodea y más aún de la construida por el hombre mismo, lo que se queja y se rebela. Este fondo insobornable de todo hombre, por plagada de errores que esté su vida, es lo que no puede jamás acallarse y protesta de toda iniquidad. Un fondo de pureza que rebosa en felicidad cuando encuentra algo adecuado y semejante, y que es, al par, la medida no engendrada, por cuya exigencia no podemos detenernos en parte alguna. La exigencia por la cual el hombre, sumergido en la historia, es capaz de disentir de ella y de apetecer salir de ella, como apeteció salir de la naturaleza.
Todas las creencias y tambien las ideas, que se refieren al orden del mundo, la figura de la realidad, estan sostenidas por la esperanza. El hombre, que es al mismo tiempo algo fallido y solitario, necesita una realidad entera donde vivir. Por eso edifica una objetividad. Objetividad que es la estabilidad vigente, el orden que a todos llega y cobija, que todo lo ordena y aquieta.
La esperanza se dirige también al tiempo, en el que transcurre nuestra vida, pues este tiempo recobrado sería nuestra cumplida unidad. Mas también aquí hay el deshacer y el renacer; el desprenderse del tiempo y el querer recogerlo todo entero. La esperanza que quiere borrar el tiempo y la que se vuelve angustia de recogerlo en su dispersión de instantes idos uno a uno.
Esperanza del pasado, esperanza que se fija en el recuerdo para alimentarse ávida de recobrarlo todo. Y es que en la esperanza está, sin duda, todo lo que nos lleva a dirigirnos hacia una totalidad, sea del tiempo, del mísero tiempo de nuestra vida, sea de la hermosa totalidad del mundo, de la universalidad del universo.


Por todo esto que digo:
Pretended el temporal más despiadado porque si lográis someterlo, habréis doblegado al incordio que suscita escrupulosamente al arribismo en vuestros corazones anárquicos, sólo así llegaréis ha saber que la misión más importante, (nadar entre tiburones), se concluyó con éxito, izad pues la bandera más tolerante y cantad todos unidos, sabido es que esto calma a las fieras.
Siempre será idéntico este devenir de los acontecimientos, por tanto será indispensable levad anclas sin temor a la soledad del puerto, dejad a los cínicos cortejad a la cellisca, vosotros sortead serenos los arrecifes sin miedo a la tormenta, con la vista impoluta en el azul de lo inmenso, porque inmensa es la suerte de quien llega ha merecer la atalaya con tan difícil moratoria.



POLÍTICA

Me acerqué y ya no estaba,
el fanal trepó a un orden superlativo
para apagarse al desmán de la rosa,
sacó inverosímil palabras casi mágicas
de una jerga que entendí superada,
y no supe decir que no al comprender su universo.











jueves, 25 de marzo de 2010

PASEN Y VEAN


He asistido recientemente a la audición de un acto que me atrevo a definir como tragi-cómico, al más puro sentir literario de nuestro siglo de oro.
Nuestros representantes políticos han adquirido un tal nivel cosmopolita que defienden causas honorables de gran valía para la humanidad, olvidándose por completo de las cuestiones domesticas y negando por consenso la realidad local y cercana que nos urge a todos, sin reparar que son los elegidos para tales menesteres amen de postulados dignos de salvaguarda.

El vacío, el vacío salvador, ha de estar dado por una velocidad máxima, por una máxima vibración de esa última realidad que se ha nombrado como “sesión circense”, y supeditadamente del “alma plenaria”.
Su acción hace, crea el vacío, que puede ser llamado “nada”, la nada corporativa-municipal, tan sospechosa para los adoradores de la pieza teatral, no para sus simples creyentes, ni menos todavía para sus aceptantes.

La oposición es la compañía que todo gobierno necesita. Ningún gobierno va solo -eso es una abstracción-, va acompañada de la oposición, sin la cual no podría existir. Quizá el mutismo de la oposición se deba, casi siempre a la falta de oposición; o bien a que la oposición así llamada no tiene oposición, está sola, muda, participa del espectáculo, y sin embargo lo que necesita es un dueño, su amo, este otro que acompaña a la oposición es la ausencia de un dueño perdido.
Cuando en la tradición no desaparecida de la sabiduría o saber de experiencia el que sabe pregunta la cuestión, el enigma puede hasta tomar la forma de un modesto acertijo al que no sabe, “borracho yo, borracho tú”, queda sentenciado en el órgano representativo y estupefacto del pueblo.

Tenemos los políticos locales que practican la más surrealista de las políticas, solventando de forma indiscriminada la alternancia en el poder de manera ejemplar y siguiendo los principios de conveniencia paritaria.
Los ciudadanos preocupados por problemas reales, por realidades que le atañen directamente a sus vidas como el desempleo, la vivienda, la educación o la cultura, asistimos al bochorno tardío de que es otro muy distinto el debate por el que se decantan nuestros acólitos, inmersos en sus miserias personales y particular enjundia, en sus débitos con la justicia o en sus grados de alcohol en sangre.

El desempleo en nuestro pueblo es inaceptable y si bien son otros los agentes de los que depende su solución, poco hacen nuestros representados para atajarlo desde su ámbito y competencias, la vivienda con graves problemas de desarrollo y finalización, empresas públicas que desaparecen por una mala gestión dejando a sus trabajadores con la mayor de las incertidumbres, la juventud sujeta a la inventiva de unos intereses nefastos, defraudada por un sinfín de promesas incumplidas, la cultura un páramo lamentable y usada como moneda de cambio, resoluciones de dudosa praxis al menos moral que no son sometidas a pleno, todas estas cuestiones no son razones suficientes para dar sentido a un debate serio, por el contrario recurren a los fuegos de artificio para sin pudor ni escrúpulos, traicionar nuestra condición de ciudadanos decentemente representados.

P.D

… Y cada cuatro años el sufragio.

martes, 23 de febrero de 2010

LAS FORMAS DE PROCEDER


El horror es siempre del instante, porque surge una coincidencia de seres o de situaciones que no concuerdan. Y ahora es horror del anacronismo de un ayuntamiento mágico en el que hemos recaído después de haber llegado a la plenitud de un pueblo modelado por el logos. El pueblo que precede al descubrimiento del pensar- del ser y de la identidad- aspira a ese descubrimiento y lo anuncia entre bastidores.

La situación de hoy es más intrincada porque la reaparición de ese ayuntamiento mágico se verifica en lo que respecta al contencioso-administrativo que presenta El Cuervo ante la Audiencia Nacional, respecto al trazado de la futura autovía, sin haberse debatido en el pleno del mismo.

El señor alcalde teniendo la potestad que le confiere la ley eleva el recurso en nombre del ayuntamiento de El Cuervo, pero lo hace infrigiendo la norma fundamental de la democracia, la soberanía popular reside en el pueblo, y la soberanía de un pueblo, la representación legítima y democrática de los designios de un pueblo son atribuciones conferidas de forma explicita al pleno de la corporación, el único que representa en su expresión inequívoca al pueblo.

El equipo de gobierno puede llevar a pleno los puntos que crea convenientes, no incluir aquellos que le sean desfavorables en su resolución final por la alquimia política y el equilibrio de fuerzas, pero lo que no puede hacer es cercenar los derechos de la ciudadanía refrendada por toda la corporación política elegida libremente en las urnas.

Dictar y ejecutar resoluciones injustas sabiendo que son injustas tiene un nombre, la defensa de los intereses de un pueblo no se pueden anteponer a la conciencia y el conocimiento del mismo.

Si la oposición en el consistorio cuerveño es conocedora de este tipo de artimañas legales pero nada democráticas, estará incurriendo en la misma ofensa a la ciudadanía, si por el contrario lo desconoce (cosa poco probable), deberá pedir explicaciones de forma inmediata para restablecer la honorabilidad al tan denostado ejercicio de la política, y sobre todo para reparar los derechos de aquellos que no debieron perderlos nunca.

lunes, 11 de enero de 2010

LA BESTIA DE NUNCA ACABAR



Empezó mal. Es la historia de nunca acabar. Josefa fue estrangulada por Juan Manuel, su marido, el día 2 en El Cuervo (Sevilla). Ella lo cuidó durante años tras sufrir un accidente y él le pagó con la muerte. En la primera semana de 2009 no hubo parricidios. ¿Todo un mal augurio? Hace 20 años, él se cayó de una torreta. «Quedó hecho papilla». Pepi lo cuidó, empujaba su silla de ruedas. Cuando caminó, puso rumbo al bar. JAVIER GÓMEZ MARTIN MUCHA
Juan Manuel Cordero, el Gogo, le encantaba tumbar cada día su copita de Larios. Pero hacía dos semanas que en el bar del Farra le veían raro. Se acodaba y pedía cerveza sin alcohol. «Dos días antes de todo, hasta pidió una tónica sola». En el pueblo sevillano de El Cuervo, que porta el mal fario en el graznido del nombre, los hombres no van al psicólogo. El único diván es una dura barra de zinc con redores de Duralex. Y algo le rondaba al Gogo si la tónica bailaba sola en el vaso, dicta Francisco, el terapeuta con mandil que le devolvía el cambio.
Nadie en El Cuervo, último burgo hispalense antes de pisar provincia de Cádiz, recuerda serio al Gogo. Chunguero, trasnochador, mujeriego, cualquier ocasión era buena para una cogorza. No se metía en peleas. Muchos en el pueblo desenfundan esa muletilla de que el presunto homicida era alguien «inofensivo». Al margen de que pocos estranguladores en potencia suelen vanagloriarse de sus pulsiones homicidas en sociedad, Juan Manuel Cordero, la primera bestia de 2010, llevaba el disfraz grapado al nombre.
El Gogo, 53 años, era ese tipo siempre disponible para la última copa de todos, aunque para él fuera sólo la penúltima. En el hogar habían dejado de esperarle. «¿La Pepi? Ésa está en casa», decía, entre sorbo y sorbo. Mientras engarzaba risotadas, la Pepi hilaba silencios enclaustrada entre las humildes paredes de su morada marchita en la calle Rosa, que en esta historia todos los nombres tienen su porqué.
Dicen las vecinas que apenas salía de casa. «Nadie la sacaba. Daba pena verla», lamenta Candela, una vecina anciana. Las campanas desembalaron 2010 y el sábado 2 de enero encontró fuerzas para ir a comprar un vestido y unas bragas. Pocas horas después, esa madrugada, volvió a salir, a la fuerza y cubierta por una sábana blanca.
Decreta la autopsia que Josefa Ramírez, de 45 años, falleció por asfixia tras compresión del cuello. Una persona que asistió al levantamiento del cadáver se sorprendió por la escena del crimen. La casa estaba a oscuras. Pepi yacía en su cama recién peinada, con una bata sobre el pijama y los brazos flexionados hacia arriba con los puños cerrados, como un bebé. Como si el Gogo la hubiese retocado para aparecer ante la autoridad como una mortaja presentable. Un gesto de jeroglífico afecto, otro impulso de control omnisciente del maltratador o quizás sólo el último calambrazo de un tarado.
El eterno retorno en las cuentas de la violencia de género acontece cada primero de año, aunque la lista de nunca acabar parece cada vez más reducida. En 2009 fueron 55 las víctimas mortales. Un 27,6% menos que las 76 del año anterior y un 15% menos que la media de los últimos cinco años.
Bibiana Aído, ministra de Igualdad, hará un examen público de estos datos pasado mañana, martes, pero desde su equipo se ha asegurado a Crónica que la mejora en los datos «indica que se avanza en la dirección correcta, aunque hay que permanecer alerta» porque no se descarta una inversión de tendencia en 2010. De hecho, el año pasado no se registraron asesinatos conyugales en la primera semana de enero.
LA CUCHILLADA NO CUENTA
Desde el Gobierno se insiste en que España se ha convertido «en una referencia» por «la mejora en la protección de las mujeres víctimas, el incremento de los recursos para combatir esta violencia y la reducción de los niveles de tolerancia a la violencia». Sin embargo, la mecha de la plaga no se ha extinguido... y la de la polémica sobre las cifras, tampoco.
El juez de Sevilla Francisco Serrano denunció en Crónica que las estadísticas de violencia de género -que según la ley es sólo aquélla ejercida contra una mujer- están «sesgadas». Los 30 hombres fallecidos en 2009, según sus cálculos, a manos de sus parejas no figurarían en ningún registro oficial.
El lunes, una mujer marroquí mató a un hombre de una cuchillada en la cabeza en la casa que compartían en Madrid. Estaban casados civilmente. Sin embargo, Antonio Luna Peña, cuchillada en ristre, como denuncia el juez Serrano, tampoco aparecerá en las estadísticas gubernamentales de violencia doméstica.
El miércoles, en Hospitalet de Llobregat, una peruana de 38 años falleció a manos de su pareja y un amigo suyo, ambos detenidos. Ella aparece ya en la contabilidad oficial como la segunda del año en las listas de crímenes de género.
No hace falta salir de El Cuervo para darse cuenta de que la bola no tiene una dirección fija en el petaco de la violencia conyugal. El miércoles, un paisano salía del centro de salud del pueblo donde todavía se lloraba a Pepi con un parte de lesiones propiciadas por su esposa.
En el toldo figura un anacrónico Café Venecia, pero el bar del Farra parece un museo a gloria de la tasca española. El silencio bullente de la tele en sobremesa, racimos de plástico junto a jamones ahumando desde el siglo XX, la tragaperras cantando las horas, el ventilador dando vidilla al humo de los puros, un calendario atrasado -total...- y un grupo de figurantes con bastón que contesta a las preguntas con muecas desganadas de palillo.
Francisco, el Farra, asegura que el primer parricida de 2010 «andaba deprimido. Decía que no le gustaba trabajar por la noche. Que no lo aguantaba». En los últimos tiempos, Juan Manuel hacía de guarda en unas naves a la salida del pueblo. Trabajaba a intervalos. Le llegaba con la pensión de invalidez que recibe desde que hace unos 20 años, cuando trabajaba como especialista eléctrico en Abengoa, se cayó desde una torreta.
«PARECÍA UNA MOMIA»
«Quedó hecho papilla. Parecía una momia. Había que cuidarle como a un vegetal. Durante mucho tiempo fue en silla de ruedas. Josefa se encargaba de todo. Le empujaba, sacaba adelante a los críos y la casa», dice una paisana, Mercedes, permanente azabache, que como casi todos en este pueblo de 8.500 habitantes en el Bajo Guadalquivir, prefiere mantener su apellido a buen recaudo.
Josefa siempre fue ama de casa y, como sus cuatro hermanas, nunca se movió de El Cuervo. El Gogo viajó mucho por su trabajo en la eléctrica. Varios países africanos, Madrid, Alicante... Todo era más fácil cuando las juergas se las corría lejos de casa. Al fijar su residencia en el pueblo, arreciaron los problemas.
En cuanto pudo caminar por su propio pie, puso rumbo al bar. Cualquier excusa era buena: la feria, el Rocío, los toros, carnaval... Josefa nunca sabía si llegaría tarde o si no llegaría. Cuentan en el pueblo que la traicionaba con otras mujeres y también con hombres. «Siempre fue muy liberal. Fiestas, se apuntaba a todas. De la mujer no es que hablase mal. Es que ni hablaba. Para él no existía», dice un amigo del encarcelado.
Tuvieron dos hijos. Juan Manuel, al que también llaman Gogo, de 26 años, emancipado, que trabaja en una empresa de materiales de construcción, y el pequeño, Adrián, de 22, homosexual, lo que había causado graves discusiones en el hogar. Ninguno tenía buena relación con su padre, según cuenta un familiar. No es el único drama en el árbol cruzado de los Cordero-Ramírez. Un hermano del asesino, Mateo, está casado con Manoli, hermana de la víctima.
La víspera de Reyes, los hijos de Pepi se refugiaron en casa de una de sus tías, viendo las horas venir, viendo las horas volver, y recibiendo el pésame de los paisanos. El alcalde había decretado el luto del pueblo y el cielo obedeció. En toda España, los críos intentaban pescar caramelos de las cabalgatas de Reyes. Menos en El Cuervo: el único pueblo de España donde Melchor, Gaspar y Baltasar pasearon saludando el viernes, con tres días de retraso.
«NO LE PEGABA»
Tres vecinas que no quieren revelar sus nombres contemplan en bata la entrada de la calle Rosa, 7, con su enrejado mudo, sus velas con la estampa de Nuestra Señora del Carmen en la puerta y unas margaritas mustias. El cristal de la puerta sigue ajado, tras la patada que el hijo mayor dio ante las cámaras de televisión cuando supo lo ocurrido.
-A mí nunca me gustó. Las pocas veces que se les veía juntos, él la hacía de menos. Le decía: «Calla, que tú no vales pa' na'». La mató poco a poco, a palos de los que no dejan morao -dice una, de más de 60 años, mientras se ciñe su albornoz azul.
Dos de ellas la llamaron recientemente, porque Josefa se sacaba unas perrillas extra vendiendo a domicilio productos de cosmética e higiene de la marca Avón. De constitución rolliza, los meses antes de su asesinato parecía un cirio andante. «Debía de pesar 30 kilos. Tenía unas muñecas así, como el dedo. Estaba demacrada», dice la que vive en la casa de la esquina. Asustada, fue a ver a Isabel, hermana de Josefa. «Le dije que conocía un médico muy bueno de los nervios. Isabel me contó que Pepi sufría y discutía con el marido, pero que el Gogo no le pegaba y le daba su dinero. Todas las hermanas le insistían en que se divorciara para siempre».
De hecho, él iba y venía del domicilio. Había pertrechado una cochera en la plaza del Ayuntamiento como segunda casa. Allí el Gogo escuchaba música de los 60, su preferida, y hacía lo que le placía. Pero en la calle estaban de obras y había vuelto al domicilio familiar, donde recomenzó la tormenta para Pepi.
Ella nunca le había denunciado. «Era una mujer a la antigua. No hablaba por no ofender. Sufrió desde novia, pero nunca se lo contaba a nadie, aunque todos sabían que discutían. Quién sabe por qué se casaron. Será que el amor es ciego de verdad», cuenta Candela. «Por aquí nunca vino», explica Isabel, la psicóloga del centro de la mujer de El Cuervo, «pero parece el estereotipo de la mujer maltratada psicológicamente durante muchos años».
Ella sabe del miedo de muchas mujeres a denunciar los malos tratos en El Cuervo. Algunas retiran los cargos amenazadas por sus maridos. Preguntando por el pueblo, la gente dice que en El Cuervo nunca se han registrado episodios de malos tratos. Bajo el felpudo, emerge otra realidad.
En 2009, 200 mujeres acudieron al centro a realizar consultas sobre sus derechos en relación con la violencia conyugal. O sea, el 5,7% de las en torno a 3.500 mujeres de más de 16 años que viven en la localidad. Una media similar a la de 2008.
LA RISITA DE SIEMPRE
Podría pensarse que se trata de un fenómeno ligado a la mentalidad antigua. No es cierto. «Muchas de las chicas tienen poco más de 16 años», afirma la psicóloga. En El Cuervo hay una terapia de grupo con ocho mujeres que han roto la omertá rural en un municipio, rodeado de cortijos, que siempre ha vivido de la mano de obra agrícola.
El pueblo andaluz asume la tragedia, como una herencia lorquiana, pero no el deshonor. Acababan de asesinar a una mujer y en el pueblo sólo se hablaba el miércoles de una sonrisa. La del Gogo, al partir, esposado, de los juzgados de Lebrija, «Yo empecé a gritar delante de la televisión: joputa, acecino... Tendría que haber salido de allí al menos con la cabeza gacha», dice la vecina de la bata azul.
Muchos otros le esperaban para gritárselo en persona. El Gogo les retó con una risita cabrona, la que siempre gastaba, mañana y noche, con la copa de Larios en la mano, dispuesto a seguir la fiesta. Él es la primera bestia de 2010. Se llama Juan Manuel Cordero. Y lleva el disfraz grapado al nombre.
HOMENAJE A PEPI
Se te fue la existencia en madrugones,
el aire en tu garganta ya no estaba
ahogada la vida ya tan cansada,
urgente y necesario en los pulmones.

Te quitaron el día no lo entregaste,
enero no es el principio de nada
ya tus ojos detienen la mirada,
en el homicida sol por el que apostaste.

Dormía la paloma con águila fiero
inocente la infeliz con la almohada,
cuando despertó de súbito acero

un vendaval de horror en tu morada,
con la locura de un cultivo postrero
a oscuras la sentencia ejecutada.

Enterradita a las cinco con tus sueños
partes al descanso que aquí no tuviste,
ya eres eterna luz porque subiste,
al desconsolado corazón de los cuerveños.


JAVIER GOMEZ/MARTIN MUCHA. EL MUNDO SUPLEMENTOS.