Yo me arremolinaba con la luz
jueves, 30 de diciembre de 2010
EJECUTIVA LUZ QUE AL PUNTO CIEGA
Yo me arremolinaba con la luz
sábado, 18 de diciembre de 2010
MEDIO PAN Y UN LIBRO
"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.
Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.
No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.
Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?.
¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoievski, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida
Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.
viernes, 29 de octubre de 2010
METÁFORA DE TODOS LOS OLVIDOS
miércoles, 6 de octubre de 2010
DESPUÉS DEL PLENO
Van ciegos los políticos al destino,
como va mi pueblo hacia el confín
en que la línea pierde su camino
y es, más que trazo, idea, y vive sin
asideros al aire: serpentino,
enlazado estallido en polvorín,
como el joven Cuerveño vio cuando vino
al pueblo de los despropósitos-delfín.
Al pueblo de los despropósitos iremos,
en su estallido nos despertaremos,
su reverberación nos dará vida:
lo blanco de su piel estremecida,
su balsa de Medusa ya sin remos,
nuestro ser dará a una línea encendida,
la bóveda sin luz en que nos vemos.
viernes, 3 de septiembre de 2010
PASADA LA ESTACIÓN
Vengo con este sol, subido
sábado, 15 de mayo de 2010
TRISTE LA JUSTICIA DE LOS HOMBRES
miércoles, 31 de marzo de 2010
URBI ET ORBI
jueves, 25 de marzo de 2010
PASEN Y VEAN
El desempleo en nuestro pueblo es inaceptable y si bien son otros los agentes de los que depende su solución, poco hacen nuestros representados para atajarlo desde su ámbito y competencias, la vivienda con graves problemas de desarrollo y finalización, empresas públicas que desaparecen por una mala gestión dejando a sus trabajadores con la mayor de las incertidumbres, la juventud sujeta a la inventiva de unos intereses nefastos, defraudada por un sinfín de promesas incumplidas, la cultura un páramo lamentable y usada como moneda de cambio, resoluciones de dudosa praxis al menos moral que no son sometidas a pleno, todas estas cuestiones no son razones suficientes para dar sentido a un debate serio, por el contrario recurren a los fuegos de artificio para sin pudor ni escrúpulos, traicionar nuestra condición de ciudadanos decentemente representados.
P.D
… Y cada cuatro años el sufragio.
martes, 23 de febrero de 2010
LAS FORMAS DE PROCEDER
lunes, 11 de enero de 2010
LA BESTIA DE NUNCA ACABAR
Empezó mal. Es la historia de nunca acabar. Josefa fue estrangulada por Juan Manuel, su marido, el día 2 en El Cuervo (Sevilla). Ella lo cuidó durante años tras sufrir un accidente y él le pagó con la muerte. En la primera semana de 2009 no hubo parricidios. ¿Todo un mal augurio? Hace 20 años, él se cayó de una torreta. «Quedó hecho papilla». Pepi lo cuidó, empujaba su silla de ruedas. Cuando caminó, puso rumbo al bar. JAVIER GÓMEZ MARTIN MUCHA
Juan Manuel Cordero, el Gogo, le encantaba tumbar cada día su copita de Larios. Pero hacía dos semanas que en el bar del Farra le veían raro. Se acodaba y pedía cerveza sin alcohol. «Dos días antes de todo, hasta pidió una tónica sola». En el pueblo sevillano de El Cuervo, que porta el mal fario en el graznido del nombre, los hombres no van al psicólogo. El único diván es una dura barra de zinc con redores de Duralex. Y algo le rondaba al Gogo si la tónica bailaba sola en el vaso, dicta Francisco, el terapeuta con mandil que le devolvía el cambio.
Nadie en El Cuervo, último burgo hispalense antes de pisar provincia de Cádiz, recuerda serio al Gogo. Chunguero, trasnochador, mujeriego, cualquier ocasión era buena para una cogorza. No se metía en peleas. Muchos en el pueblo desenfundan esa muletilla de que el presunto homicida era alguien «inofensivo». Al margen de que pocos estranguladores en potencia suelen vanagloriarse de sus pulsiones homicidas en sociedad, Juan Manuel Cordero, la primera bestia de 2010, llevaba el disfraz grapado al nombre.
El Gogo, 53 años, era ese tipo siempre disponible para la última copa de todos, aunque para él fuera sólo la penúltima. En el hogar habían dejado de esperarle. «¿La Pepi? Ésa está en casa», decía, entre sorbo y sorbo. Mientras engarzaba risotadas, la Pepi hilaba silencios enclaustrada entre las humildes paredes de su morada marchita en la calle Rosa, que en esta historia todos los nombres tienen su porqué.
Dicen las vecinas que apenas salía de casa. «Nadie la sacaba. Daba pena verla», lamenta Candela, una vecina anciana. Las campanas desembalaron 2010 y el sábado 2 de enero encontró fuerzas para ir a comprar un vestido y unas bragas. Pocas horas después, esa madrugada, volvió a salir, a la fuerza y cubierta por una sábana blanca.
Decreta la autopsia que Josefa Ramírez, de 45 años, falleció por asfixia tras compresión del cuello. Una persona que asistió al levantamiento del cadáver se sorprendió por la escena del crimen. La casa estaba a oscuras. Pepi yacía en su cama recién peinada, con una bata sobre el pijama y los brazos flexionados hacia arriba con los puños cerrados, como un bebé. Como si el Gogo la hubiese retocado para aparecer ante la autoridad como una mortaja presentable. Un gesto de jeroglífico afecto, otro impulso de control omnisciente del maltratador o quizás sólo el último calambrazo de un tarado.
El eterno retorno en las cuentas de la violencia de género acontece cada primero de año, aunque la lista de nunca acabar parece cada vez más reducida. En 2009 fueron 55 las víctimas mortales. Un 27,6% menos que las 76 del año anterior y un 15% menos que la media de los últimos cinco años.
Bibiana Aído, ministra de Igualdad, hará un examen público de estos datos pasado mañana, martes, pero desde su equipo se ha asegurado a Crónica que la mejora en los datos «indica que se avanza en la dirección correcta, aunque hay que permanecer alerta» porque no se descarta una inversión de tendencia en 2010. De hecho, el año pasado no se registraron asesinatos conyugales en la primera semana de enero.
LA CUCHILLADA NO CUENTA
Desde el Gobierno se insiste en que España se ha convertido «en una referencia» por «la mejora en la protección de las mujeres víctimas, el incremento de los recursos para combatir esta violencia y la reducción de los niveles de tolerancia a la violencia». Sin embargo, la mecha de la plaga no se ha extinguido... y la de la polémica sobre las cifras, tampoco.
El juez de Sevilla Francisco Serrano denunció en Crónica que las estadísticas de violencia de género -que según la ley es sólo aquélla ejercida contra una mujer- están «sesgadas». Los 30 hombres fallecidos en 2009, según sus cálculos, a manos de sus parejas no figurarían en ningún registro oficial.
El lunes, una mujer marroquí mató a un hombre de una cuchillada en la cabeza en la casa que compartían en Madrid. Estaban casados civilmente. Sin embargo, Antonio Luna Peña, cuchillada en ristre, como denuncia el juez Serrano, tampoco aparecerá en las estadísticas gubernamentales de violencia doméstica.
El miércoles, en Hospitalet de Llobregat, una peruana de 38 años falleció a manos de su pareja y un amigo suyo, ambos detenidos. Ella aparece ya en la contabilidad oficial como la segunda del año en las listas de crímenes de género.
No hace falta salir de El Cuervo para darse cuenta de que la bola no tiene una dirección fija en el petaco de la violencia conyugal. El miércoles, un paisano salía del centro de salud del pueblo donde todavía se lloraba a Pepi con un parte de lesiones propiciadas por su esposa.
En el toldo figura un anacrónico Café Venecia, pero el bar del Farra parece un museo a gloria de la tasca española. El silencio bullente de la tele en sobremesa, racimos de plástico junto a jamones ahumando desde el siglo XX, la tragaperras cantando las horas, el ventilador dando vidilla al humo de los puros, un calendario atrasado -total...- y un grupo de figurantes con bastón que contesta a las preguntas con muecas desganadas de palillo.
Francisco, el Farra, asegura que el primer parricida de 2010 «andaba deprimido. Decía que no le gustaba trabajar por la noche. Que no lo aguantaba». En los últimos tiempos, Juan Manuel hacía de guarda en unas naves a la salida del pueblo. Trabajaba a intervalos. Le llegaba con la pensión de invalidez que recibe desde que hace unos 20 años, cuando trabajaba como especialista eléctrico en Abengoa, se cayó desde una torreta.
«PARECÍA UNA MOMIA»
«Quedó hecho papilla. Parecía una momia. Había que cuidarle como a un vegetal. Durante mucho tiempo fue en silla de ruedas. Josefa se encargaba de todo. Le empujaba, sacaba adelante a los críos y la casa», dice una paisana, Mercedes, permanente azabache, que como casi todos en este pueblo de 8.500 habitantes en el Bajo Guadalquivir, prefiere mantener su apellido a buen recaudo.
Josefa siempre fue ama de casa y, como sus cuatro hermanas, nunca se movió de El Cuervo. El Gogo viajó mucho por su trabajo en la eléctrica. Varios países africanos, Madrid, Alicante... Todo era más fácil cuando las juergas se las corría lejos de casa. Al fijar su residencia en el pueblo, arreciaron los problemas.
En cuanto pudo caminar por su propio pie, puso rumbo al bar. Cualquier excusa era buena: la feria, el Rocío, los toros, carnaval... Josefa nunca sabía si llegaría tarde o si no llegaría. Cuentan en el pueblo que la traicionaba con otras mujeres y también con hombres. «Siempre fue muy liberal. Fiestas, se apuntaba a todas. De la mujer no es que hablase mal. Es que ni hablaba. Para él no existía», dice un amigo del encarcelado.
Tuvieron dos hijos. Juan Manuel, al que también llaman Gogo, de 26 años, emancipado, que trabaja en una empresa de materiales de construcción, y el pequeño, Adrián, de 22, homosexual, lo que había causado graves discusiones en el hogar. Ninguno tenía buena relación con su padre, según cuenta un familiar. No es el único drama en el árbol cruzado de los Cordero-Ramírez. Un hermano del asesino, Mateo, está casado con Manoli, hermana de la víctima.
La víspera de Reyes, los hijos de Pepi se refugiaron en casa de una de sus tías, viendo las horas venir, viendo las horas volver, y recibiendo el pésame de los paisanos. El alcalde había decretado el luto del pueblo y el cielo obedeció. En toda España, los críos intentaban pescar caramelos de las cabalgatas de Reyes. Menos en El Cuervo: el único pueblo de España donde Melchor, Gaspar y Baltasar pasearon saludando el viernes, con tres días de retraso.
«NO LE PEGABA»
Tres vecinas que no quieren revelar sus nombres contemplan en bata la entrada de la calle Rosa, 7, con su enrejado mudo, sus velas con la estampa de Nuestra Señora del Carmen en la puerta y unas margaritas mustias. El cristal de la puerta sigue ajado, tras la patada que el hijo mayor dio ante las cámaras de televisión cuando supo lo ocurrido.
-A mí nunca me gustó. Las pocas veces que se les veía juntos, él la hacía de menos. Le decía: «Calla, que tú no vales pa' na'». La mató poco a poco, a palos de los que no dejan morao -dice una, de más de 60 años, mientras se ciñe su albornoz azul.
Dos de ellas la llamaron recientemente, porque Josefa se sacaba unas perrillas extra vendiendo a domicilio productos de cosmética e higiene de la marca Avón. De constitución rolliza, los meses antes de su asesinato parecía un cirio andante. «Debía de pesar 30 kilos. Tenía unas muñecas así, como el dedo. Estaba demacrada», dice la que vive en la casa de la esquina. Asustada, fue a ver a Isabel, hermana de Josefa. «Le dije que conocía un médico muy bueno de los nervios. Isabel me contó que Pepi sufría y discutía con el marido, pero que el Gogo no le pegaba y le daba su dinero. Todas las hermanas le insistían en que se divorciara para siempre».
De hecho, él iba y venía del domicilio. Había pertrechado una cochera en la plaza del Ayuntamiento como segunda casa. Allí el Gogo escuchaba música de los 60, su preferida, y hacía lo que le placía. Pero en la calle estaban de obras y había vuelto al domicilio familiar, donde recomenzó la tormenta para Pepi.
Ella nunca le había denunciado. «Era una mujer a la antigua. No hablaba por no ofender. Sufrió desde novia, pero nunca se lo contaba a nadie, aunque todos sabían que discutían. Quién sabe por qué se casaron. Será que el amor es ciego de verdad», cuenta Candela. «Por aquí nunca vino», explica Isabel, la psicóloga del centro de la mujer de El Cuervo, «pero parece el estereotipo de la mujer maltratada psicológicamente durante muchos años».
Ella sabe del miedo de muchas mujeres a denunciar los malos tratos en El Cuervo. Algunas retiran los cargos amenazadas por sus maridos. Preguntando por el pueblo, la gente dice que en El Cuervo nunca se han registrado episodios de malos tratos. Bajo el felpudo, emerge otra realidad.
En 2009, 200 mujeres acudieron al centro a realizar consultas sobre sus derechos en relación con la violencia conyugal. O sea, el 5,7% de las en torno a 3.500 mujeres de más de 16 años que viven en la localidad. Una media similar a la de 2008.
LA RISITA DE SIEMPRE
Podría pensarse que se trata de un fenómeno ligado a la mentalidad antigua. No es cierto. «Muchas de las chicas tienen poco más de 16 años», afirma la psicóloga. En El Cuervo hay una terapia de grupo con ocho mujeres que han roto la omertá rural en un municipio, rodeado de cortijos, que siempre ha vivido de la mano de obra agrícola.
El pueblo andaluz asume la tragedia, como una herencia lorquiana, pero no el deshonor. Acababan de asesinar a una mujer y en el pueblo sólo se hablaba el miércoles de una sonrisa. La del Gogo, al partir, esposado, de los juzgados de Lebrija, «Yo empecé a gritar delante de la televisión: joputa, acecino... Tendría que haber salido de allí al menos con la cabeza gacha», dice la vecina de la bata azul.
Muchos otros le esperaban para gritárselo en persona. El Gogo les retó con una risita cabrona, la que siempre gastaba, mañana y noche, con la copa de Larios en la mano, dispuesto a seguir la fiesta. Él es la primera bestia de 2010. Se llama Juan Manuel Cordero. Y lleva el disfraz grapado al nombre.
HOMENAJE A PEPI
el aire en tu garganta ya no estaba
ahogada la vida ya tan cansada,
urgente y necesario en los pulmones.
enero no es el principio de nada
ya tus ojos detienen la mirada,
en el homicida sol por el que apostaste.
inocente la infeliz con la almohada,
cuando despertó de súbito acero
con la locura de un cultivo postrero
a oscuras la sentencia ejecutada.
partes al descanso que aquí no tuviste,
ya eres eterna luz porque subiste,
al desconsolado corazón de los cuerveños.